lunes, 7 de septiembre de 2009

Alegría colectiva, tristeza oriental


Última fecha de la liguilla final. Con el campeonato resuelto sólo quedaba el incentivo de la estadística: ver si el japonés podía terminar en lo más alto de la tabla de goleadores y si la Foca se podía alzar una vez más con la valla menos vencida. Esto último ya dependía de otros resultados. Con esa consigna, el Japo, se jugó una heroica. Si conseguía marcar 4 goles se llevaba el premio al máximo artillero de la categoría. ¿Imposible? ¿Acaso pensaron eso sus antepasados cuando en lugar de cubiertos le dieron dos palitos para comer? El hombre que supo forjar su temple en los arrozales del colegio Gentilini se mentalizó para lograr la hazaña y el equipo, sin mayores incentivos que contribuir a cumplirle el sueño, saltó a la cancha con algunas modificaciones. El Flaco al banco y Luisito de arranque en dupla con el mortero nipón. También descansó Dani Günther que tenía 3 amarillas y el técnico lo cuidó para el próximo certamen. Como condimento extra, los rivales alinearon a nueve jugadores, hecho que potenciaba el objetivo inicial con el que se encaró el partido. Variaron algunos nombres pero el esquema del Naranja fue el mismo. Con dos hombres de más Agrofor debía mover la pelota y buscar los huecos, pero hizo todo lo contrario. Abusó de pelotazos, sobraron las imprecisiones y los nervios. Veinticinco minutos. Gastón recibe un rebote del arquero, el arco está desolado pero prefiere buscarlo al japonés. No lo encuentra y la tira afuera. El oriental no perdía la calma, pero intuía que si quería lograr el Toto Schilachi de Oro iba a tener que hacer todo solo. Y sobre el final del primer tiempo bajó a buscar un rebote, se sacó de encima un rival, se coló en el área, enfrentó a un zaguero, le movió la cintura, la punteó y cayó en el área. ¡Penaaaaal! ¿Quién patea? El Japo la mete suave contra el palo. El réferi lo invalida. El delantero no se pone nervioso y lo ejecuta nuevamente. Gol otra vez. Hecatombe en el equipo rival. Se van en agresiones verbales al lineman y el árbitro. Roja para uno. Roja para otro. Juniors se queda con siete y no quiere que el artillero nipón cumpla su objetivo. Sacan del medio y uno de los dirigidos por Atilio finge un tirón. El reglamento está de su lado y con seis jugadores en pista no se puede seguir. Triunfo, puntaje casi ideal en la ronda final y cantito nuevo. El objetivo colectivo estaba garantizado, pero el Japo quedó en el umbral de la hazaña. No quiso quedarse a la entrega de premios, porque el segundo en la tabla general de goleadores no liga nada. Algunos exitistas dicen que de los segundos nadie se acuerda. Y debe ser cierto ¿Che, cuál es el nombre del japonés?•