martes, 31 de marzo de 2009

¿El resultado lo maneja Dios?

“El resultado sólo lo sabe Dios”, sugiere un mediático DT. Si se pierde, era el destino. Si se gana, era el destino. Por lo tanto, habría que apostar al destino. Pero el destino nunca nos muestra las cartas. Entonces, pienso, es fácil hablar con el diario del lunes.

Si todas los putas mañanas no me levanto a laburar probablemente mi mujer me echará de mi casa, no voy a tener una rupia para calmar el bajón con una fría, ni mucho menos para planificar unas vacaciones en el Berrondo. Ahí nadie diría “fue el destino que lo quiso así”. No, nada de eso. Me lloverían críticas acerca de mi dejadez y de mi escasa predisposición al esfuerzo.

Si este principio es aplicable para mi holgazanería, porqué no trasladarlo a otros órdenes de la vida.

Es cierto, si nos hacemos cargo de nuestros actos y somos responsables de las consecuencias, no podemos descargar culpas en terceros y el Gauchito Gil y la Virgen Desatanudos se quedarían sin laburo.

“No siempre es así”, me retrucó Eduardo Moulia. El ex zaguero piensa que la suerte, el azar o como quieran llamarlo, existe. Y es tan real como Marley.

El debate iba tomando vuelo. Moulia, para reforzar sus creencias, citaba a los más laureados teóricos de la cábala, el horóscopo y las probabilidades, cuando una camioneta blanca en contramano se acercó peligrosamente. El conductor baja la ventanilla y soltó un “dale Eulalio que se hace tarde, en 10 minutos juega la oligarquía cipaya en cancha 1”.

Lo miré a Moulia y después de defender por horas mi pensamiento desterrando los principios de la inexistencia de la suerte, no podía maldecir. Así que sólo me agarré el huevo izquierdo y enfrenté lo que para algunos sería mi destino, pero en realidad era parte de un contrato laboral –abusivo– que había firmado a principios de año con este blog. Un trabajo como comentarista deportivo al que me debía.

Cancha 1. El terreno de juego está verde por fuera, irregular por dentro. Comienza el partido, Agrimensores, el rival de turno, viene mal. Enterró los dos primeros partidos y no daba para que puntúe justo contra el Naranja.

Las acciones se reparten. Lo creadores de Agrofor no se amigaban con la bola y la defensa no estaba sólida como en otras ocasiones. Sin embargo, con empuje, los dirigidos por José Martínez abren el tanteador. Centro del japonés para el Foco. El volante la duerme de pecho y con la tranquilidad de un Senador que cobra doble sueldo, la toca suave por arriba del arquero. Gol. No, golazo. ¿Suerte? No. El 14 la quiso poner ahí.

La alegría duró poco, centro de los agrimensores al segundo palo. La Foca despeja corta, un jugador albirrojo recibe sin marca y la devuelve al primer palo donde entraba un delantero también solo. Gol. Uno a Uno. ¿Suerte? Repasemos. Un rechazo corto, dos jugadores rivales sin marcas. No veo donde está la mano de Satanás.

Segundo tiempo. El pizarrón se borra y cambia de nombres. A la cancha Losada y Facundo. Gastón sale de la cueva y pasa de nueve. Se mueven algunas fichas y jugamos unos metros más adelante.

Por momentos la pelota recibe un mejor trato. Agrofor es más profundo y se arma una pared en el área grande. Remate de la Negra, rebote y el japonés (que quiere ser el mismo de la temporada ‘98) anota. 2-1. ¿Hubo fortuna en el desenlace de la jugada? No. El arquero la dejó boyando y el oriental hizo lo que reza el artículo 1 del manual del goleador.

Unos minutos después, maniobra individual de Diegote que la pone al lado del palo. 3-1. Partido liquidado grita el Chorpa, ya dueño absoluto de la barra tras la alianza que tejió con los Reyes, para desplazar a Wally.

Pero no todo estaba dicho. Otro centro al área agroforeña y el 2 de Agrimensores se eleva sin obstáculos. Frentazo y gol. ¿Mala leche? Una definición poco apropiada para una defensa que se quedó clavada. 3-2 y suspenso.

Estaba para el quinto antes que el cuarto, pero la más clara la vuelven a tener los rivales. Lateral, peina un defensor naranja y la pelota viaja hacia el área chica. Algunos jugadores hacen de autitos chocadores cerca del arco y el esférico zafa de la maraña, con la atenuante que queda picando a dos metros de la valla de la Foca. Llega un delantero albirrojo, nuevamente sin marcas y la engancha de zurda. La pelota no dobla y mata un hornero en pleno vuelo. ¿Mala pata? Si terrible mala la pata del delantero que se morfó el empate.

Tercer descuido defensivo, ¿qué tiene que ver con la suerte?

Después el naranja siguió manejando la pelota, el japo sufrió un ataque de nervios, Lafuente casi le arranca los dedos al arquero rival de un furibundo zurdazo y Luis siguió sumando minutos. Final y victoria. Tres puntos que suman para clasificar.

Como reflexión final: los responsables de los goles a favor no son sólo inspiraciones de delanteros virtuosos, ni los errores defensivos son exclusividad de los zagueros. Se ataca y se defiende en equipo. Con sacrificio y solidaridad, sumado al buen fútbol que se ve por momentos se puede llegar lejos.

Hay que hacerse cargo, entrenar y ajustar detalles para ser mejores.

De esa forma, a los resultados los vamos a manejar nosotros, así dejamos a Dios que se ocupe de lo suyo.

1 comentario:

japones con rulo dijo...

otre vez no entiedo nada... pero debe ser lindo el comentario....